Mike Amadeo: el puertorriqueño que le puso letra y sentimiento a la salsa | PlateaPR

Miguel Ángel «Mike» Amadeo: el puertorriqueño que le puso letra y sentimiento a la salsa

Lo que me vayan a dar

Que me lo den en vida

No vayan a esperar

Después de mi partida

Yo no quiero que me pase

Lo que le pasó a Daniel

Al maestro Pedro Flores

Y al glorioso Rafael

— Extracto de «Que me lo den en vida»

Si eres de los que han cantado en una fiesta esta canción de El Gran Combo, debes saber que detrás de esta icónica letra, está la pluma de Miguel Ángel Amadeo, mejor conocido en el sur del Bronx y la diáspora puertorriqueña como Mike Amadeo.

Quizás sepas de esta historia, pues ha sido reseñada por muchos, y es que, una vez salió «Que me lo den en vida», los homenajes no se han hecho esperar. Es como si Mike, propietario de Casa Amadeo en Nueva York, a sus 92 años y quien todavía trabaja a diario en su tienda, subraya la importancia de reconocer el trabajo en vida.

La calle frente a Casa Amadeo lleva su nombre, el Senado de Puerto Rico lo reconoció y casi todos los días recibe visitas para entrevistarlo.

Una de ellas fue la mía. Este puertorriqueño no suelta sus raíces. Tanto así que cuando lo llamé para coordinar, me contestó un sencillo «Buenas tardes», como si estuviera atendiendo su negocio en la isla. «Me mantuve con mi idioma; tenía que hacerlo», afirma con orgullo.

Mike Amadeo en su tienda Casa Amadeo

Su tienda—casi museo—ubicada en 786 Prospect Ave. en el Bronx, es una vitrina de historias y recuerdos. Un homenaje vivo a la música puertorriqueña y latinoamericana. Hay fotos de personalidades, hay instrumentos y reconocimientos.

Aquí puedes encontrar discos de vinilo, CDs, instrumentos e historia. Ver aquel espacio en medio del ajetreo cotidiano me conmovió: parecía un respiro, un recordatorio de la época de oro y de la raíz profunda que los puertorriqueños sembraron en Nueva York.

Mike, acompañado de su hijo, que lleva su mismo nombre, me recibió con gracia y elegancia, para contar —una vez más— su historia, que es la historia de la diáspora puertorriqueña, esa que define a toda una generación.

Interior de Casa Amadeo con discos y memorabilia

Se narra fácil, pero vivirla no lo fue. El tiempo y la edad de Mike lo hacen dudar de algunos datos. Pero solo algunos. Amadeo me describe con precisión, personas y eventos que marcaron una época donde la música latina estaba en todo su apogeo. Donde vendía cientos de discos en una semana.

Al entrar a su tienda, de frente y de manera imponente, Mike establece los verdaderos códigos de los compositores que no se pueden olvidar, rindiendo así un homenaje. Tres grandes fotos enmarcadas: Rafael Hernández «El Jibarito» y Pedro Flores aparecen a cada lado y al centro, él mismo, Miguel Ángel Amadeo.

Mike Amadeo es quien es, en parte, porque fue hijo de Titi Amadeo, su padre, quien llegó a la ciudad en la década de 1920 a estudiar medicina, aunque la música siempre lo llamó más fuerte.

Era un bohemio de primera. Tocaba en nightclubs de la ciudad y se hizo de su nombre, pues escribió muchos éxitos. Ser hijo de Titi Amadeo me abrió las puertas.
— Mike Amadeo

«Mi padre fue un gran compositor. En los años 50, ya había escrito un montón de canciones famosas en Cuba, Puerto Rico y toda Latinoamérica. Mayormente boleros… esa era la música de Titi Amadeo».

Mike Amadeo junto a fotografías históricas

Los años de Discos Alegre

Según me cuenta, antes del boom de La Fania, existía un lugar clave para los salseros: Discos Alegre. Allí comenzó a trabajar a sus 25 años, luego de servir en el ejército y tocar por más de ocho años con la agrupación Miguel Ángel Amadeo y los Tres Reyes. Discos Alegre era un sello con tienda física, Casa Alegre, donde Mike fue gerente. Allí pertenecían Johnny Pacheco, Eddie Palmieri… «En ese lugar audicioné a Willie Colón», recuerda.

«Ese fue el sello que grababa a todas las orquestas. De ahí viene la época de los años 60 y 70. La salsa como ustedes la conocen. Ahí empezó todo y fue donde rompí a escribir guarachas y le di un tema a Cheo Feliciano. Ahí comenzó eso que llamamos salsa».

La historia es larga y tiene muchos detalles. ¿Cómo es que comienzas en la música? le pregunté. «Mi primo me regaló una guitarra a mis 13 años y ahí fue que Miguel Ángel Amadeo se creó… desde ese año, 1948, es que yo estoy escribiendo canciones».

«Escribía de todo y sobre todo. Tengo cientos de canciones escritas para cantantes como Felipe Pirela, Roberto Ledesma, Celia Cruz», asegura. ¿Cuál es su favorita? Se ríe. «Me la pusiste en la China. Tengo más de 350 grabaciones».

Casa Amadeo nace en 1969, cuando compró la antigua Casa Hernández. Desde entonces, ha dedicado su vida a la música.

Discos de vinilo en Casa Amadeo

¿Qué significa la música para usted? La pregunta parece casi innecesaria. «Para mí es mi vida. Es lo que me mantiene vivo. No hay cosa más preciosa que gente que nunca has visto te haga una fiesta. O que los artistas que grabaron tus canciones te celebren». Y mientras hablamos, una vecina llega con pasteles y el comerciante de al lado con su cafecito de la tarde. «A Mike lo quieren mucho», dice su hijo.

A sus 92 años, aún trabaja entre siete y ocho horas diarias. Mantiene la tienda impecable. «Todo el que entra me dice que linda la tengo», comenta con orgullo.

La industria del disco podrá haber cambiado, pero la consistencia de la música latina—especialmente la nuestra—permanece.

Nuestro son y nuestro tumbao siguen marcando el ritmo y poniendo la vara alta. Y en ese pulso, en ese corazón, sigue habitando un hombre llamado Mike Amadeo.

Antes de irnos, me dice: «Tengo un clásico por salir». Me lo canta. No puedo contarla, pero puedo asegurar que ahí hay poesía, hay soneo y hay vida. «Espero escucharlo por algún artista antes de que me muera».

«Para mí es mi vida. Es lo que me mantiene vivo. No hay cosa más preciosa que gente que nunca has visto te haga una fiesta.»