Así suena la Navidad en Puerto Rico: un recorrido por la evolución de nuestra música típica | PlateaPR

Así suena la Navidad en Puerto Rico: un recorrido por la evolución de nuestra música típica

Las Navidades en Puerto Rico no están completas sin las parrandas, esas fiestas muchas veces improvisadas que nos dan alegría, sabor y diversión.

No sé si les ha pasado a ustedes que están durmiendo tranquilos en sus casas y de repente se escucha un ¡ASALTO! Traigo esta trulla para que te levantes… O quizás un Saludos, saludos, vengo a saludar…

Las Navidades en Puerto Rico no están completas sin las parrandas, esas fiestas muchas veces improvisadas que nos dan alegría, sabor y diversión, y que distinguen nuestras celebraciones decembrinas de las del resto del mundo.

La Navidad en Puerto Rico suena a alegría, a ritmo, a color, a querer bailar. La Navidad en Puerto Rico suena como ninguna en el mundo.
— Aidita Encarnación, cantante, compositora y actriz

Para ella, «el cuatro es el norte de la Navidad» porque guía las melodías que tanto nos entretienen.

Para el compositor, arreglista y percusionista Rubén Amador, la Navidad en Puerto Rico «resuena con música autóctona, con temas alegres y bullangueros». Es la época en que nos ponemos nostálgicos y queremos escuchar todo lo que asociamos a nuestro archipiélago: desde la bomba, los aguinaldos y la música jíbara, hasta la plena, la salsa y el merengue.

Hacemos un recorrido por la evolución de la música navideña en Puerto Rico de la mano de Rubén Amador, director y fundador del Conservatorio de Artes del Caribe, y Aidita Encarnación, directora musical de la compañía folclórica Gíbaro de Puerto Rico.

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Los instrumentos que no deben faltar en la trulla

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Los instrumentos que no deben faltar en la trulla

Guitarra: El instrumento de cuerdas esencial que acompaña las melodías navideñas y marca la armonía de los aguinaldos.

Güiro: Instrumento de percusión de la familia de los raspadoresque marca el ritmo característico de la música navideña puertorriqueña, la danza y la plena.

Bongó: Par de tambores que añaden el sabor caribeño a las parrandas.

La clave (palitos): Dos palos de madera que marcan el patrón rítmico.

Campana: Instrumento de percusión metálico que añade brillo y acento al ritmo de las parrandas.

Maracas: Completan el conjunto de percusión de la trulla navideña.

Siglo XV

Los villancicos y el origen de la música navideña

Los villancicos nacieron como canciones populares en España y Portugal cantadas por «villanos», personas humildes de villas medievales. No estaban ligados a la Navidad, sino que tocaban todo tipo de temas y no siempre se interpretaban con instrumentos.

Eventualmente, la Iglesia católica comienza a usarlos para difundir la figura de Jesucristo y la Virgen en celebraciones y liturgias, tomando mayor auge en la Navidad.

Llegaron a América con la colonización española y la evangelización, y fueron tomando sus propias particularidades en cada país.

El villancico más famoso a nivel mundial es Noche de Paz, de origen alemán, pero de España conocemos algunos populares como Los peces en el río o Campana sobre campana, y de Venezuela nos llegó Mi burrito sabanero.

De Cuba surgió Arbolito, arbolito y de Puerto Rico, Casitas de la Montaña (Rafael Hernández) y Villancico yaucano, cuyo comienzo es una adaptación de una canción española con el resto de la letra compuesta por Amaury Veray para una Misa de Gallo (celebrada a la medianoche del 24 al 25 de diciembre).

Siglos XVI-XVIII

Desarrollo de los aguinaldos, los seises y la bomba

Tomando la estructura de la décima espinela, se comienzan a desarrollar en Puerto Rico los aguinaldos y los seises, aunque no necesariamente se asociaban con la Navidad en sus orígenes, ya que sus letras siempre han sido variadas. La fecha exacta de su creación es incierta.

Según la cuatrista Fabiola Méndez, «la melodía y progresión armónica (de los aguinaldos) se basa en la folía española… El jíbaro puertorriqueño la adaptó a lo que hoy conocemos como el aguinaldo jíbaro».

«El criollo fue cantando (los villancicos) y también fue gestando sus propias expresiones, sus propias maneras de cantar y sus propias canciones. Entre ellas, una de las cosas que gestó fue el género de los aguinaldos», explicó Amador. «Un aguinaldo es un regalo, es un acto de regalar o recibir un regalo», agregó sobre el origen de la palabra que en otros países se refiere al bono de Navidad.

Mientras esto ocurría en la montaña, en la costa se gestaba otro ritmo que nos distingue y que nos viene de la herencia africana: la bomba.

Luthier: el artesano que da vida al cuatro puertorriqueño
Siglo XIX

Las trullas aguinalderas y las Promesas de Reyes

No es hasta los 1800 que aparecen referencias específicas de las llamadas trullas aguinalderas en la tradición puertorriqueña.

Según las describió Manuel Alonso en El Gíbaro (1849), se realizaban en la víspera y Día de Reyes, e incluían grupos de personas con instrumentos llevando y pidiendo aguinaldo para cumplir sus Promesas de Reyes de casa en casa a caballo o a pie. Parecía ser una tradición arraigada tanto entre clases acomodadas como entre los más pobres, con comida, baile y celebración.

En 1843, el escritor Francisco Vasallo publicó El aguinaldo puertorriqueño, considerado uno de los primeros libros de la literatura puertorriqueña, en el cual se hacen referencias a las trullas «a pie en la ciudad y a caballo en los campos», con música «de cuatros, bordonúas, calabazos, maracas y rascadores».

Bordonúa puertorriqueña
Bordonúa, el bajo de la orquesta jíbara. Es un instrumento grande de seis cuerdas dobles. En algún momento se le conocía como la «Bordonúa llorona». (National Museum of American History)
La trulla de promesa es la génesis de la parranda. Se crea una negociación que se le llama mágico-religiosa donde le digo a la Virgen o a San Antonio o a los Santos Reyes… le pido un favor como ‘que mi hijo se recupere’… La persona hace una promesa: Si tú me concedes tal favor, te voy a llevar 10 músicas. Así le llaman, que son 10 canciones.
— Rubén Amador

Se acompañaban con güiros, maracas e instrumentos de cuerdas. «Había infinidades de esos instrumentos (de cuerdas) porque cada pueblo los construía como podía y se usaban para acompañarse… Así que vas a tener cuatro, tiples, bordonúas, guitarras, bandolas», afirmó Amador.

La parranda «clásica» tenía un protocolo: «el aguinaldo afuera y el seis adentro. O sea, saludas con un aguinaldo… Cuando te aceptan el aguinaldo, te invitan a entrar» y adentro, se forma la fiesta, se cantan seises que son bailables, explicó Amador.

1900-1950s

Del nacimiento de la plena a la era dorada

A finales del siglo 19 y principios del 20, nació la plena, otro género que acapara la Navidad y las trullas, pero no fue hasta la década de 1920 que comenzó a grabarse en estudios.

Es la época en que se bailaban los seises en salones de baile y en que la música jíbara fue evolucionando, se comenzó a grabar en Nueva York por las olas de migración puertorriqueña y a sonar en la radio, hasta llegar a su «era dorada» en la década de 1950, lo cual se extendió hasta la década de 1960.

Es ahí cuando «las grabaciones jíbaras hechas en Nueva York tuvieron éxito comercial y fueron populares tanto en la isla como en Estados Unidos», y se convirtieron en un «producto mercantilizado» para los boricuas en la diáspora «ávidos de nostalgia», según el etnomusicólogo Delio Figueroa.

Nace Patria y Amor (hoy rebautizada Canto a Borinquen), de Flor Morales Ramos «Ramito», considerado el rey de la música jíbara; Allá en la altura, de Francisco «Paco» Roque Muñoz; De las montañas venimos, de Bobby Capó; Yo me tomo el ron, popularizada por Jesús Sánchez Erazo «Chuíto el de Bayamón», entre otras que todavía resuenan en las parrandas.

Plena, identidad y resistencia: el sonido que une al pueblo puertorriqueño
1960-70s

Feliz Navidad, la salsa y Asalto Navideño

Cuando surgió esa mezcla de géneros que comenzó a conocerse como salsa, surgió también el interés por las canciones navideñas que muchos boricuas en la diáspora asociaban con Puerto Rico. Así nacen discos como En Navidad de El Gran Combo, que reinterpretó varias canciones navideñas en salsa, incluidos éxitos de la música jíbara.

Pero el disco que cambió todo fue uno que todavía escuchamos hoy: Asalto Navideño volumen 1 y 2, «los discos más vendidos de la música (latina) navideña», dijo Amador. Producidos por La Fania, Willie Colón y Héctor Lavoe incorporan el cuatro de Yomo Toro y hacen ese cruce de hacer música navideña al estilo boricua. No solo cantaron aguinaldos como Canto a Borinquen, también hubo plena, bomba y diversos ritmos latinoamericanos, que «a nivel comercial, eso explota con este disco», dijo Amador.

Esto fue posible a que ya «los discos (de música jíbara) de Ramito se grababan en Nueva York y había esa conciencia a nivel de la industria de estos géneros», agregó.

El otro éxito de música navideña boricua que se convirtió en un hit a nivel mundial, al estilo villancico, fue Feliz Navidad, de José Feliciano, lo cual también catapultó su fama. «Puedes ir al país más frío del mundo, que no tiene que ver nada (con Puerto Rico), y cantas Feliz Navidad y alguien la va a cantar contigo», sostuvo Aidita Encarnación.

José Feliciano en concierto
El cantante y músico puertorriqueño José Feliciano actúa en el Royal Albert Hall de Londres, Reino Unido, el 5 de marzo de 1973. (Evening Standard/Hulton Archive/Getty Images)

A partir de los 1970, hay un boom de música navideña puertorriqueña: Alfonso Vélez compuso La Luz (hoy El Fuá), A quién no le gusta eso y Wepa, wepa, wepa (hoy El Jolgorio); Herminio de Jesús compuso Yo soy como el coquí y Si no me dan de beber, de Vicente Caratinni, varios de los imprescindibles de cualquier parranda.

La música folclórica de la montaña de Puerto Rico empieza a cambiar el color y el sabor con esa composición de las trullas y de las parrandas de los años finales de los 60, 70, 80.
— Aidita Encarnación
1980-2000s

El Conjunto Quisqueya y el merengue navideño

Aunque de integrantes dominicanos, El Conjunto Quisqueya surgió mientras Aneudy Díaz y Adib Melgen estudiaban en la Universidad de Puerto Rico (UPR) y se hicieron famosos por sus participaciones en El Show de las 12 y sus canciones pícaras como Los Limones, producidas en Puerto Rico. A finales de los 70 publicaron su disco Merengues Navideños, que marcaría lo que sería este ritmo a partir de los 1980.

«El Conjunto Quisqueya y las orquestas de merengue en los años 1980, Wilfrido Vargas, Los Kenton, había una cantidad de orquestas de merengue que grabaron discos de Navidad con música puertorriqueña», explicó Encarnación.

El Conjunto Quisqueya incluso hizo un disco con Tavín Pumarejo que titularon Merengues Jíbaros, mezclando aguinaldos con este pegajoso ritmo.

A partir de los 1990, surge el fenómeno de los Bombazos Navideños, un mix de canciones navideñas de 20 o 30 minutos de música corrida que combinaba ritmos bailables como la salsa, el merengue, la plena y hasta la bachata. «Tenía que ver con una cuestión práctica de cómo consumimos esta música y cómo nos entretenemos en nuestras fiestas», dijo Amador.

El presente

La influencia de Bad Bunny

Todavía hoy, «en nuestra Navidad puertorriqueña tenemos una añoranza, una nostalgia hacia nuestras raíces, y por ende vas a escuchar que nuestra música navideña es música que va a tener un alto contenido de música folclórica», dijo Amador.

Lo vimos en el disco Debí Tirar Más Fotos, donde Bad Bunny canta una especie de aguinaldo jíbaro en Pitorro de Coco, así como varias plenas. Y lo lanzó precisamente en la víspera del Día de Reyes, como si fuera una promesa hacia Puerto Rico.

Nuestra Navidad está mucho más enraizada en nosotros como pueblo que lo que nosotros mismos creemos o nos damos cuenta.
— Rubén Amador

Todo esto demuestra, según Encarnación, que «el desarrollo de la música de Navidad en Puerto Rico cobra otras dimensiones que no las tienen en otros lugares del mundo».

«Nuestra música es lo que nos identifica a todos, estés en el kilómetro 0 en Orocovis, en la costa en Fajardo o Mayagüez. Y tenemos que seguir aprendiendo porque la variedad de nuestra música es tan y tan grande que yo creo que no te cansarías de seguir buscando y descubriendo».

— Aidita Encarnación, directora musical de la compañía folclórica Gíbaro de Puerto Rico