Residencia de Bad Bunny: “El party de marquesina más grande de todo Puerto Rico” 

Recorre las experiencias dentro y fuera del Coliseo de Puerto Rico, los looks y lo más destacado de los primeros conciertos de Bad Bunny en esta reseña en Primera Persona.

La fiesta se siente desde que vas en el tren, ese que por poco no está listo para la ocasión y que, tras una semana paralizado y mes y medio operando parcialmente, estuvo ready a las 4:30 de la tarde del viernes, justo antes de que llegara la avalancha de pasajeros para la residencia “Yo No Me Quiero Ir De Aquí”, del artista urbano Bad Bunny, que se extenderá hasta el 14 de septiembre con 30 conciertos.

Los vagones estaban acicala’os, con anuncios nuevecitos y con la nueva campaña de la Compañía de Turismo “The Sounds of Puerto Rico” con fotos de los mejores spots del archipiélago. Más de 45,000 pasajeros usaron el tren para llegar a los primeros tres conciertos de la residencia, según indicó la Autoridad de Transporte Integrado a Platea. Por suerte, el aire estaba “a to’jender”, haciendo que el calor sofocante del Caribe fuera mucho más pasable.  

Carrusel Fanáticos Bad Bunny – Ancho Sincronizado

Puerto Rican full experience 🇵🇷

Cuando te bajas del tren en la estación de Hato Rey, ya sientes el sabor. Desde los estudiantes tocando en las Estaciones Musicales, hasta las marcas aprovechando que los ojos están puestos en este mega party: todo el mundo se subió a la guagua y quiso formar parte de estas “fiestas patronales”.

El primer trabajo de Benito Antonio Martínez Ocasio (Econo) decía que fue “donde todo comenzó”. Según caminabas hacia el Choli, podías probar limbers de limoncillo, chocolate caliente con queso, jugar picas, meterte en un partido de dominó, bailar en una disco improvisada, tomarte un café con ron y arreglarte el maquillaje pa’ estar bien emporifollá.  

Caminando frente al Choli, eso que llaman Trocadero, podías probar lechón asa’o y morcillas, tapas a lo boricua, un poke bowl inspirado en “Lo que le pasó a Hawaii” y hasta dumplings, tacos de carne asada y choripán. No había que tener taquillas pa’ colarse en la fiesta patronal.

La gente se tira la tela 💃🕺 

Todo el mundo sabe que pa’ los concerts el boricua se tira la tela, se acicala y se pone su mejor outfit, aunque las tacas molesten pa’l perreo, porque antes muerta que sencilla. Estaban los jíbaros y jíbaras modernos, las sirenas veraniegas, los innovadores en el fichureo, las chicas con un piquete brutal, los cacos con camisetas de PR y su bling-bling, par de macheteros y los que prefirieron irse tranquilitos con muuucho brilloteo. La pava fue el sombrero de la noche y la flor de maga, la fiel compañera de la mitad de las orejas boricuas.  

Una disfrazada de empanadilla se robó el show, pero para mí, el mejor outfit fue el de la chica con rolos, que tenía el flow por las nubes.  

La chica de los rolos. (Brandon Cruz para PlateaPR.)
Familia asiste al tercer concierto de Bad Bunny. (Brandon Cruz para PlateaPR.)

Los colores de la noche fueron, sin dudas, los de la bandera de Puerto Rico: rojo, blanco y azul clarito, ese que muestra Bad Bunny en mucho de su contenido sobre su último disco Debí tirar más fotos (2025), el que llama “el mejor proyecto de mi carrera, el más especial, el más bonito”.

Y la bandera misma fue el accesorio más preciado: estaba en uñas, pines, pelo, pantallas, collares, abanicos y hasta de capa. Los tenis de Bad Bunny no podían faltar y las camisetas de Puerto Rico o con frases del último disco fueron la sensación del bloque.

Pa’ to hay que hacer fila 🚶🚶‍♂️🚶‍♀️

Si algo sabemos los boricuas, sobre todo desde el huracán María, es que hay que hacer fila para todo. Las experiencias alrededor del Choli están bien llenas, la fila para entrar se siente infinita, pero todo fluyó. Dondequiera hay seguridad, así que la gente se portó bonito, llegó tempranito y entró con calmita. Recibió su camarita con la lucecita y a dar vueltas, que el look hay que mostrarlo.

Dentro del Choli, la fiesta estaba más prendía. Había comida en cualquier esquina, más perreo, áreas para tirarte muchas fotos y, sobre todo, mucha, mucha, muuucha mercancía del Conejo Malo: camisetas, abrigos, tenis, gorras y hasta camaritas desechables alusivas a la residencia. Casi todo con los colores de la bandera de PR.

Carrusel Circular – Ancho Completo

El party de marquesina 🪩

Debí Tirar Más Fotos es su disco más boricua, así que Bad Bunny mudó un pedazo de la Cordillera Central pa’l Choli y montó la casita del video con Jacobo Morales, marquesina incluida. Está más que claro que esto fue una especie de parranda navideña en pleno verano, el party de marquesina más ranquea’o al que todo el mundo quería ser invitado, pero no todo el mundo pudo entrar.

El flamboyán anaranjado resplandecía en el tope del Choli, con el platanal al otro lado y las sillitas de la famosa portada del disco. Estaba hasta la verja que marca la mayoría de las guardarrayas boricuas: palos con alambres de púas.  

Mensajes alusivos a la historia de Puerto Rico, similares a los de las visualizaciones del disco en YouTube, inundaron las pantallas del recinto, con gente gritando cada vez que estaba de acuerdo con uno de ellos. Algunos decían: “Puerto Rico es un archipiélago, no solo una isla”, “PR es un territorio no incorporado de Estados Unidos, pero tiene bandera, cultura e identidad propia” y “En Puerto Rico hay 17 especies de coquíes, aunque 3 no han sido vistas por varias décadas”.  

El concierto empezó a las 9:00 en punto, con una narración musical del percusionista y director musical Julito Gastón sobre la historia del tambor, su procedencia africana y la importancia que tiene en nuestra cultura puertorriqueña, sobre todo, en nuestros ritmos autóctonos: bomba y plena. Fueron estos los ritmos que brillaron en la noche, pues Bad Bunny reversionó algunas de sus canciones más famosas con estos sonidos que te retumban en las caderas. También la partieron con la salsa y, evidentemente, con el reguetón.

Tercer concierto de la residencia de Bad Bunny. Foto por Brandon Cruz.

Tres horas de concierto no fueron impedimento para que la gente no se sentara ni un minuto. El bailoteo fue intenso, la gritería descomunal y las caderas retumbaban como si allí estuviera el propio Palés Matos recitando “Por la encendida calle antillana va Tembandumba de la Quimbamba, rumba, macumba, candombe, bámbula”.  

Sapo Concho también fue protagonista, junto a Jacobo Morales, que nos recordaban que, aunque un boricua esté en el jurutungo viejo muriéndose de frío, siempre recordará a su terruño, sus playas y sus ritmos.  

El güiro y el cuatro puertorriqueño la montaron bien brutal, recordándonos que nuestra mejor carta de presentación será siempre nuestra música.  

Ver a Benito cantando acústico algunas de sus canciones más despechadas sentado debajo del flamboyán fue como estar con tu primo en casa de abuela soñando con pajaritos preña’os.

“Oficialmente, bienvenidos al party de marquesina más grande de todo Puerto Rico”, dijo Benito a mitad de concierto y la gente la perdió.  

Foto por Brandon Cruz para PlateaPR.

En la tercera noche, trajo a Jowell y Randy a encender el party, a Chuwi para darnos la weltita, a los Pleneros de la Cresta para que se sintiera la parranda y a Pedro Capó a que cantara sublimemente “Lo que le pasó a Hawaii”. También montó el grupo Los Sobrinos para cerrar la noche con broche de oro, haciéndote sentir más boricua que nunca, con ganas de tatuarte la monoestrellada en el pecho.  

“Pusimos la cultura de Puerto Rico número uno en el mundo”, gritó orgulloso el trapero, parado como cualquier hijo de vecino en el techo de la casita, que hasta antena y aire acondicionado tenía.  

Y aunque nos invitó a tomar más fotos, como otros artistas han hecho recientemente, Benito también nos dijo: “Guarden los teléfonos”, abracen al del lado y “vivan el presente” porque “nadie sabe lo que va a pasar mañana”. Recordó la importancia de aprender del pasado, de prepararse pa’l futuro y de aprovechar el presente, el Bad Bo más nostálgico que hayas conocido.  

Un grupo se sintió tan orgulloso que, cuando terminó el concierto, cantó La Borinqueña a to’ pulmón, demostrándonos que hay cosas para las que sí sabemos unirnos. Y si algo quedó claro es que de aquí nadie nos saca.

Fotos por Brandon Cruz González.